|
Forma de educación religiosa que se ajusta a las condiciones de las ciudades, sobre todo grandes, en donde el anonimato entre los ciudadanos y las expresiones sociales de masas son las características fundamentales de la vida.
La catequesis urbana tiene que ajustarse a las condiciones de la convivencia, radicalmente diferentes de las rurales o de las propias de asentamientos más familiares. Debe tener en cuenta la dificultad de desplazamientos, la diferencia de situaciones familiares y de sistemas de vida y de vivienda. De manera particular se deben analizar las condiciones de las grandes urbes en donde las relaciones interpersonales de los vecinos es tan diferente de la tradicional en las aldeas y poblados pequeños.
Con frecuencia se han intentado trasladar a las parroquias urbanas los sistemas nacidos en tiempos en que la cultura predominante era la rural, más propensa al conocimiento personal o los contactos fáciles interfamiliares. El nacimientos de las megalópolis y las nuevas formas urbanísticas que a lo largo del siglo XX han ido haciendo de la ciudad una "jaula ciudadana" en la que las relaciones asumen formas muy diferentes de comunicación, desplazamiento y de relación, han promocionado formas pastorales urbanas de nuevo cuyo, las cuales afectan también profundamente a las preferencias catequísticas.
Entre estas formas conviene resaltar tres líneas preferentes de acción:
- La parroquia debe ser revisada como sistema o plataforma de educación religiosa, por la masificación que experimenta en las urbes, incluso para los creyentes y practicantes que la frecuentan, y por la dificultad para proporcionar catequistas hábiles para todos los catequizandos potenciales. Los apoyos en las demás estructuras pedagógicas resultan imprescindibles para la atención religiosa de niños y jóvenes. Es preciso cultivar grupos cercanos, movimientos vivenciales, colegios confesionales, etc. e integrarlos con eficacia en las ofertas catequísticas plurales y diversificadas.
- La familia sigue siendo en la urbe extensa la plataforma básica para la formación de la fe de sus miembros que en ellas se forman.
Son necesarias ayudas a los padres creyentes para que cumplan su misión evangelizadora en el contexto urbano. El cultivo religioso de la familia reclama algo más que los cumplimientos sacramentales tradicionales. Iniciativas como "consultorios familiares, escuelas de padres, bibliotecas formativas ambulantes, celebraciones selectivas, comunicaciones escritas bien elaboradas, etc, son medios adaptados a los ámbitos urbanos. En ellos se pueden encontrar grandes dificultades para una relación interpersonal con los hijos y con las demás familias distanciadas por la masificación de los ciudadanos.
Por eso es necesario desmitificar y desmaterializar la idea de parroquia, cuando se actúa en poblaciones masificadas, ya que vincularla al edificio del templo y olvidar su naturaleza de comunidad con relaciones interpersonales conduce a la atrofia espiritual y al riesgo de sucumbir espiritualmente ante lo impersonal de las relaciones.
- El laicismo de vida y la secularización como sistema han estado de forma persistente vinculados al incremento de las ciudades. La movilidad de sus habitantes, debido a diversidad de factores influyentes y condicionantes, como son la variación laboral, la diversificación de las situaciones, la pluralidad de instituciones de apoyo (colegios, grupos, ofertas culturales, viajes, etc) e incluso el incremento de la emigración y de la inmigración en muchos entornos, exige la búsqueda de nuevas formas de evangelización y, en consecuencia, de catequesis.
|
|
|
|
|